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El paso en falso de Chegg en IA: Una lección para no descubrir el verdadero valor para el cliente

En el torbellino de la rápida adopción de la IA, la historia de Chegg es un ejemplo de advertencia. Chegg, que en su día fue uno de los principales nombres de la tecnología educativa, se considera ahora una de las primeras víctimas importantes de la IA. La caída de la empresa no fue simplemente el resultado de la interrupción de la IA, sino que se derivó de un malentendido fundamental del potencial transformador de la IA, lo que Vivaldi denomina el "superpoder dual de la IA".

La trampa de los estados de necesidad estables

El enfoque de Chegg se centró en abordar los estados de necesidad estables, es decir, los riesgos operativos y las incertidumbres que pueden resolverse mediante estrategias existentes y mejoras deliberadas de los procesos. Si bien esto ayudó a agilizar los flujos de trabajo y aumentar la productividad, dejó sin abordar los estados de necesidad emergentes: los desafíos impredecibles y cambiantes de los estudiantes. Al no adoptar una estrategia emergente que se anticipara a las necesidades futuras, Chegg no aprovechó todo el potencial de la IA.

La nueva era de las necesidades de aprendizaje

La IA está revolucionando la educación al satisfacer las demandas emergentes de personalización en tiempo real, exploración creativa y aplicación en el mundo real. Plataformas como ChatGPT se adaptan al ritmo, la curiosidad y las conexiones interdisciplinares del usuario, ofreciendo algo que el modelo estático y único de Chegg no podía ofrecer. Por ejemplo:

  • Personalización en tiempo real: Los alumnos de hoy en día esperan herramientas de aprendizaje dinámicas y conversacionales que se adapten en tiempo real.
  • Aprendizaje creativo: Más allá de los planes de estudios estructurados, los estudiantes anhelan herramientas basadas en IA que permitan la exploración y la resolución creativa de problemas.
  • Aplicación práctica: Conectar el conocimiento académico con escenarios del mundo real ya no es opcional; es lo que se espera. Chegg no supo pivotar hacia estas oportunidades de creación de valor, y su respuesta -CheggMate, un asistente potenciado por IA- llegó demasiado tarde.

La ventaja de Vivaldi AI Playbook

La caída de Chegg pone de relieve la importancia de adoptar una estrategia de IA centrada en el cliente que se ajuste a la pirámide de IA de Vivaldi. Centrarse únicamente en el aumento de la productividad (la base de la pirámide) no es suficiente. Para prosperar, las marcas deben ascender a los niveles 2 y 3:

  • Mejora de procesos y flujos de trabajo: Herramientas inteligentes que se anticipan y adaptan a las necesidades del cliente.
  • Diseño de nuevos modelos de negocio: Ecosistemas impulsados por IA que redefinen el compromiso del cliente y la creación de valor.

La paradoja de la productividad de la IA

Este cuento con moraleja también subraya el debate más amplio en la adopción de la IA: productividad frente a creación de valor. Las empresas que dan prioridad a la mejora de la eficiencia frente a las innovaciones centradas en el cliente corren el riesgo de socavar su ventaja competitiva. El verdadero potencial de la IA reside en la creación de valor mutuo y significativo tanto para las empresas como para sus clientes.

El legado de Chegg: Una lección para el futuro

La historia de Chegg es algo más que un caso empresarial: es un recordatorio estratégico para todas las marcas que navegan por la era de la IA. Como demuestra nuestro informe Vivaldi AI, el éxito en esta era transformadora requiere que las empresas vayan más allá de los usos operativos y aislados de la IA y, en su lugar, se centren en liberar su doble poder. Sólo entonces podrán asegurarse una ventaja competitiva duradera y un auténtico valor para el cliente.
Deje que la caída de Chegg sea su llamada de atención: La IA no es sólo eficiencia, es reinvención. ¿Está preparado para aceptar el cambio?