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Voces de Vivaldi: Conoce a Michelle Tay

q & a michelle tay directora de protección de marca nueva york

Michelle Tay es creativa y estratégica a partes iguales, y aporta un conjunto único de habilidades y experiencia interfuncional a la gestión de la práctica de protección de marcas de Vivaldi. Su capacidad para ver un problema en 3D, darle la vuelta y proponer soluciones innovadoras le permite orquestar poderosas narrativas que, entre otras cosas, ayudan a las marcas a proteger y defender su fuerza y su valor en el mercado. Conózcala mejor en esta entrevista:

¿Puede explicarnos su trayectoria profesional, cómo sus conocimientos del mundo del periodismo han influido en su transición a la consultoría y qué le inspiró a unirse a Vivaldi?

Mi experiencia como reportera y editora me ha dotado de la capacidad de escuchar diversas necesidades y opiniones, identificar los problemas que las partes interesadas quieren que se resuelvan y ayudar a encontrar esas soluciones, todo ello elaborando una narrativa que mantenga a todo el mundo centrado en por qué hacemos lo que hacemos.

¿Qué le gustaría conseguir en Vivaldi?

No sólo ayudar a las marcas a proteger el valor de marca que han trabajado hasta ahora para construir, sino también ayudarles a garantizar que ese valor se traduce en una relevancia duradera para los consumidores, lo que a su vez conduce a un crecimiento sostenible y a largo plazo.

¿Qué consejo le ha resultado útil?

Si no haces la pregunta, no sabrás cuál es la respuesta.

Para usted, ¿qué hace de Vivaldi un lugar especial para trabajar?

Un equipo global, una cultura de trabajo híbrida y saber que hay espacio para que se escuche tu voz.

¿Cuál es su superpoder en el trabajo?

Escucho a todo el mundo. Como solucionador creativo de problemas, no me rendiré hasta encontrar una solución (o dos).

¿Cuál es un libro reciente que recomendaría y por qué?

"Homo Deus: Una breve historia del mañana", de Yuval Noah Harari. "Homo Deus" arranca donde lo dejó "Sapiens", argumentando provocativamente que los humanos, al intentar perfeccionarnos (la apoteosis lógica del humanismo), destruiremos el propio humanismo (a medida que la era de la información desintegre al individuo). Algo para masticar, ¿verdad?